La tele y la tela


Oye, qué cosas. Que miras tele y ves tela. Tela de políticos golfos (y golfas) que hacen lo que han hecho de toda la vida de Dios los políticos de este país, que es mangar, pero que ahora los trinca la poli a manojos. Así que si son igual de golfos que siempre, ahora deben ser algo más imbéciles porque caen como moscas, no como antes. Que hasta que no cayó el golfo ese de Juan Guerra en el año 95, aquí todos parecían hasta honrados y todo. Parecían.

Pero es que ahora ves un telediario, o lees un periódico, aunque sea de pasada, y alucinas. Llegas a sospechar, incluso, que a estas alturas debe haber más políticos imputados que escaños donde sentarlos. Luego caes en la cuenta de que no, de que esto es España y aquí mantenemos, por el morro,  un chiringuito de ciento de miles de asientos y cargos, así que por más que trinquen, siempre queda un huevo de gente por detrás. Que vistos así, en masa, en conjunto, siempre la golfería parece menos. Se disimula mucho mejor.

Lo que pasa es que ahora, no sé exactamente por qué, salen a diario en los medios de comunicación. A diario. Igual en dos meses a la gente le cansa ya ese tema y los medios le vuelven la cara al asunto. Pero de momento, lo que hay es un puñado de políticos mangantes en los hocicos de la ciudadanía. A diario, y cada día hay novedades. Y cuando no hay políticos, salen sus primos, hermanos, o cuñados metiendo la mano hasta el sobaco. Así que, con ese panorama diario, la gente se va cansando. Y como se cansa, empieza a pensar que nada tiene arreglo en un país de mierda, obsesionado con el trinque y con la mentira barata. Y a eso, léanme los labios, se le llama desesperanza. De-ses-pe-ran-za.

Y cuando la gente pierde la esperanza, se desespera. Y cuando la desesperación se apodera de la peña, ésta suele buscar apaños donde sea. Y entonces aparecen listos que son tan golfos o más que los otros, pero dicen cosas más bonitas que son tan falsas como las de los de siempre, pero cuya falsedad aun no se ha demostrado. Y se lía. Se lía parda. Porque ahora no vale que los mismos políticos golfos que han destrozado sistemáticamente al país ahora vengan con la amenaza de que otros van a destrozarlo. Porque entonces suena a argumento infantil: que viene el coco. Pero la gente, que está ya muy quemada, no necesita precisamente que la traten como a niños. La gente necesita ver gestos sinceros, no estrategias de marketing. Necesita, para empezar, recuperar la confianza en un sistema en el que ya no creen. Pero para eso, en vez de asustarles con que vienen los malos, o los peores, más nos valdría a todos que los golfos dejen de ser golfos. Y eso, permítanme la sospecha, no entra en las intenciones de la mayoría de ellos. Así que si al final un día ganan los nuevos golfos, la culpa no será más que de los golfos de siempre. Porque además de golfos son, o parecen, imbéciles.

Comentarios

  1. A esos golfos, los votó el pueblo....y no una ni dos, sino en muchos casos, repetidas veces...¿y que hacia el pueblo después de votar?...pues irse de fiesta, saraos y procesiones, mientras los ya electos, se llenaban los bolsillos a espuertas...tienes razón, el pueblo debería leer mas -prensa y cosas de esas- en lugar de ir a tanta fiesta...

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  2. A esos golfos, los votó el pueblo....y no una ni dos, sino en muchos casos, repetidas veces...¿y que hacia el pueblo después de votar?...pues irse de fiesta, saraos y procesiones, mientras los ya electos, se llenaban los bolsillos a espuertas...tienes razón, el pueblo debería leer mas -prensa y cosas de esas- en lugar de ir a tanta fiesta...

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